sábado, 8 de agosto de 2009
Magnificas almas flotan y brillan por un espacio encantado. Sus cuerpos se desvanecen a través de trajes de seda que forman una lluvia de colores, en las que se mezcla, la nieve con el sol y el frío con el calor.
La primavera, el otoño, el verano y el invierno se unen, para dar a las olas su mejor manifiesto.
Las beldades se deslizan una tras otra siguiendo una mirada al infinito y son solo las olas, las fieles testigos de tan magna belleza.
En ese espacio encantado reluce la imaginación, la diversidad, la cultura, la elegancia, la majestuosidad, pero sobre todo la belleza, elemento principal para darle vida a las olas, al agua, a la naturaleza, a la tierra, al día, a la noche, al sol y a la luna.
Nunca se sintieron tan felices, felices de hacer parte de un universo mágico, de un espacio encantado por la belleza y la atracción y después de un recorrido por todas las divinidades, sale el dios de este invento y revela así sus pensamientos y queda manifestado ante las olas el hechizo del que, por un momento, fueron testigos.
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5 comentarios:
Laura: muy buena la metáfora, excelente. Está muy bien escrita y realmente te hace pensar en todas esas cosas de las que hablas.
Gracias Jennicita por pasarte y que bueno que te gustó. Ahh y gracias por la idea. Un abrazo
Muchas imágenes, complejo texto, pero buen ejercicio.
Un beso y ...
Jacco: El ejercicio se trataba de eso. Contar algo de modo simbólico. Gracias de nuevo
mmmm a mí me encantó... pensar incluso en las mariposas que te dije aquel día que lo leí...
Me seguiré pasando por aquí
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