miércoles, 19 de marzo de 2008

El Deseo de Saber


“En los libros podemos refugiar nuestros sueños para que no se mueran de frío”.
Este es solo uno de los tantos conocimientos que le brindó el maestro Don Gregorio a Moncho, o más bien a Gorrión, en la película La lengua de las mariposas del director español José Luis Cuerda.

Esta película encarna ese deseo de saber de un niño de tan solo ocho años, un niño al que todos los significados y todas las ideas le impactan y, por supuesto, lo inquietan. Como es normal en todos los niños, puesto que están invadidos por la curiosidad y las ganas de saber más y más, todo es cuestionable para ellos y siempre prima la infaltable pregunta del ¿por qué?.

Vemos entonces cómo Gorrión deja sorprendida a su mamá después de decirle que las patatas vienen de América o cómo toma el papel de aquel pájaro austriaco, el Tilonorrinco, al regalarle una flor a la niña que le gusta o cómo trata de darle una voz de aliento a su hermano que acaba de perder un lindo amor, al recordar las palabras que una vez le dijo el maestro, “la cama, el espejo, el corazón, todo queda vacío”.

El deseo del Otro, en este caso el deseo del maestro, influye con tenacidad en el deseo del saber del niño, pues como lo expresaría Hegel, “el deseo del hombre es el deseo del otro”.

Son los docentes, entonces, los que hacen que el alumno se motive y sienta ese deseo de saber cada vez con mayor fuerza y entrega y aunque Moncho tenía muchos temores al llegar a la escuela, este adorable maestro, por medio de su propio deseo - el de enseñar y el de hacer grandes y libres a todos sus alumnos- hizo que el niño amara la escuela y le encontrara sentido a cosas maravillosas de la naturaleza y de la vida misma. Pues para que en la vida de todo ser humano haya deseo por saber, es necesario no tener ningún saber previo, aquí nace lo que conocemos como curiosidad, esa necesidad de conocer algo más a fondo.

Aunque el deseo del Otro que incide en Moncho, no es solamente del maestro, sino también de sus padres, su hermano y la cultura en la que vive, factores que intervienen en el aprendizaje del niño y su deseo de saber.

Su hermano Andrés, aspiraba a ser músico, Gorrión lo acompañaba fielmente a todos sus ensayos y clases con su maestro de música, así que decidió dejarse atrapar por la música y pertenecía a la banda en la que participaba su hermano y él hacia parte del repertorio de la banda, quería tocar los instrumentos musicales y quería que el arte entrara en su vida.

Por otro lado, está la sociedad y los problemas políticos que por ese tiempo invaden a España, Gorrión, por supuesto, no podía ser ciego a esta realidad y mucho menos con tantos conocimientos y saberes traídos desde la escuela y ofrecidos por su maestro, quien no solo debía transmitir su saber, sino también su deseo por esa cantidad de saberes fantásticos que motivaron a Moncho por su deseo de aprendizaje. Pues está visto que el Otro para poder transmitir su deseo, debe desear también.

“¿Sabían que las mariposas tienen lengua?”. Es una de las frases que más impactan al niño en la escuela, pues era increíble, así que después de este hermoso descubrimiento, se dedicó a cazar mariposas con ayuda del maestro, quien no dejaba de sorprenderlo. A don Gregorio le apasionaba la naturaleza, fue por esta razón que Moncho aprendía cosas nuevas cada día, nuevos conocimientos y sentía más curiosidad por ver la lengua de las mariposas, esa fantástica trompa, larga como la de un elefante, llamada Espiritrompa.

Los padres, otra figura representativa en la vida de los niños, influyen de una manera muy importante en el deseo por saber de ellos, pues son los padres con los que conviven la mayor parte del tiempo y los que los impulsan a hacer las cosas, cosas que tal vez ellos no pudieron hacer y su deseo radica en que sean los niños quienes lo logren.

Muchas veces llevados por sus propios fantasmas, es decir, acciones que no pudieron realizar en tiempos anteriores, los padres obligan al niño al saber, a veces sin pensar en las consecuencias que esto puede traer, porque si bien en la infancia el deseo de los padres puede ser satisfecho por el niño, en la adolescencia no sucede así, pues ese deseo se separa y se convierte en el deseo propio. En el caso de Gorrión, los padres le imparten el deseo de saber llevándolo a la escuela y permitiéndole ser parte del grupo de música, sin embargo al surgir la política y la guerra en la vida de ellos, todo cambia, ya que estos factores se interponen entre todos y termina, indudablemente, en la tragedia. En este momento de la historia todos aquellos valores y principios inculcados alguna vez fueron olvidados y la relación entre el aprendiz y el maestro se vio totalmente truncada. Los padres hicieron que Moncho, aunque no comprendiera el sentido de esta absurda guerra, insultara y difamara a su maestro, quien era republicano y por esta razón no era aceptado en Galicia, pero Ramón, padre de Moncho, también lo era, entonces para que él no fuera arrestado, debían gritar todos los miembros de la familia, así no levantaban ninguna sospecha. Esta fue la mejor forma que tuvo el niño para satisfacer el deseo de sus padres, inconscientemente él les brindó el apoyo que necesitaban.

“Ese infierno del más allá -le dijo cierto día el maestro a Gorrión- no existe. El odio, la crueldad, eso es el infierno. A veces el infierno somos nosotros mismos”. Y era ese infierno el que se estaba viviendo en ese momento, pues el deseo de los padres y el de la sociedad se convirtió, infortunadamente, en el deseo del niño, quien con rabia, lanzaba expresiones de desprestigio para el maestro, expresiones de las que probablemente no conocía su significado, como rojo o ateo, pero otras que si conocía a la perfección, tales como Tilonorrinco y Espiritrompa.


Este trabajo fue presentado para la materia Sujeto y Educación 1 en el segundo semestre. Año 2008

sábado, 8 de marzo de 2008

Amenábar y su pulsión de muerte

La condición de humanos nos entrega, a cada uno y sin excepción, dos tendencias inseparables, innegables e inevitables: una hacia la vida y otra hacia la muerte. En el caso de esa tendencia que nos acerca a la muerte, también llamada pulsión de muerte, podemos ver que hombres y mujeres, bien sea por la vía del sexo o de la violencia, logran canalizarla.

En la película Tesis del director español Alejandro Amenábar, nos encontramos con Ángela, la protagonista, quien prepara su tesis de grado, que busca observar y analizar la presencia de la violencia audiovisual en el entorno familiar. El tema de la violencia le genera a Ángela algo de miedo, sobre todo, después de descubrir la existencia de videos snuff, esas películas que registran, de forma clandestina, torturas y asesinatos que se cometen con el único fin de ser grabados y que no requieren de ningún de tipo de edición, pues precisamente el objetivo de estos videos es llevar a los espectadores a algo así como una realidad sin maquillaje.

Entre ese miedo constante que siente nuestra protagonista, aparecen sentimientos encontrados, ganas de ver y de no ver, de no ver y de escuchar, de no escuchar y preguntar. Así se manifiesta la represión, entendida desde el psicoanálisis como el mecanismo de defensa síquica que aleja de la conciencia las demandas pulsionales y deseos que no son aceptables para ésta. Entre esos sentimientos encontrados, se puede ver entonces la pulsión de muerte que inclina a Ángela al mirar, al escuchar, cómo una forma de canalizar ese deseo tan humano de estar cerca de la muerte.

Otra manifestación de esa pulsión de muerte, pero de manera más evidente, es la que se observa en Chema, el amigo de Ángela, que se ofrece a ayudarle con su tesis, y que no tiene problema alguno en admitir su gusto por el cine snuff, guarda copias de algunas películas, y es innegable su placer, que se expresa con risotadas, al ver la sangre que cae incluso sobre los lentes de las cámaras que graban las horrendas escenas.

Decía Freud que hacer consiente lo inconsciente es un mecanismo para la cura. Y eso es lo que pasa con los personajes hasta ahora mencionados. En la inconsciencia vive la pulsión de muerte, en la conciencia queda el goce que producen esas acciones intencionales y controlables, como el hecho de alquilar una película, verla mientras se come crispetas, o abrir los ojos en el momento del grito que sale de la garganta de alguien que obviamente está sintiendo un profundo dolor. Esas acciones son concientes, se ejecutan por decisión propia del individuo, y llevan al goce, a la satisfacción de esa pulsión que no podemos controlar.

Ya en un tercer nivel, nos encontramos a la personificación de la pulsión: Bosco, un joven normal en todas sus facetas, atractivo y de vida social activa, logra ser hallado, gracias a la investigación de Ángela, como el principal culpable de la producción en cadena de videos snuff al interior de la Universidad en la que se desarrolla la historia. Junto a Bosco actuaba uno de los profesores –el asesor de tesis de Ángela- que sostenía que, en materia de medios de comunicación, al público hay que darle lo que quiere ver. Su participación en esta red se debía entonces, únicamente, al afán de entregar productos con demanda. Este profesor sí que sabía de pulsión de muerte, pues estaba seguro que al negociar con este tipo de películas, muchas personas quedarían satisfechas (satisfacción de la pulsión), buscarían más y su negocio ilícito le seguiría dejando muchas ganancias.

Bosco, por su parte, era el encargado de perpetrar las masacres. Él, vestido de negro, con guantes y pasamontañas, valiéndose de armas tan diversas que iban desde un revólver hasta una motosierra, ejecutaba las mujeres que iban siendo grabadas en el mismo momento de su muerte. Bosco no encontró una mejor manera de canalizar su pulsión de muerte que a través de la violencia como tal. Quizás para él no fue suficiente escuchar y ver, su nivel de necesidad de goce aumentó hasta el punto que tuvo que matar para poder sentirse satisfecho.

Lo que podría considerarse normal es la búsqueda de mecanismos que permitan canalizar los deseos que devienen de la pulsión. Cuando esto no es posible, y la única manera de lograrlo es con la muerte misma, comienzan las disfuncionalidades psíquicas y psicológicas. En el caso específico de Bosco, nos encontramos frente a un típico sádico. El sadismo es una de las definiciones de la pulsión, la cual va dirigida hacia el mundo exterior y se da a conocer cuando se goza con el sufrimiento de los demás.

Así es pues, como se refleja la pulsión de muerte en la mayoría de los seres humanos, una tendencia y un gusto por lo sádico, lo visualmente desagradable e impactante, las ganas y el deseo de hacerle daño al otro y ¿porqué no? de hacernos daño a nosotros mismos –masoquismo-, como en el caso de Ángela, que al escoger el tema de la violencia visual en el entorno familiar para su tesis, sabía y estaba consciente de que tenía que indagar sobre el tema, mirar, escuchar y sentir lo que sabía que le iba a hacer daño.

Esto mismo puede observarse en realidades más cercanas y cotidianas. A veces los actos conscientes traerán consecuencias y riesgos, que el individuo cree estar dispuesto a asumir; ejemplo de ello es cuando nos enamoramos de la persona equivocada, de personas dañinas, que no aman, que no convienen. Pero el problema real radica en no aceptar esa realidad, o en aceptarla, conociendo las condiciones, por el simple hecho de no sentir la soledad. Generalmente, estos casos de enamoramientos también desembocan en resultados poco favorables, generando angustias, traumas y enfermedades, incluso físicas.

En la cotidianidad y frente a los problemas básicos, la mejor opción es encontrar los mecanismos concientes que permitan disminuir los efectos y suavizar las consecuencias.

Mecanismo efectivo es el cine, por eso muchos ven películas snuff, historias macabras con finales sangrientos. Tal vez por eso, algunos hacen y dirigen películas que hablan de esas realidades. Quizás es Alejandro Amenábar demasiado consciente de la necesidad que tiene de combatir su pulsión de muerte.


Este ensayo fue presentado para la materia de Sujeto y Educación 1. 2008

martes, 4 de marzo de 2008

Los árboles mueren de pie


Ellas, con su templanza y su rigor, son los pilares de los hogares, son el
número uno en la mesa, ellas con su ternura y paciencia, son las razones para encontrarse bajo el calor de los hermanos y amigos en navidad y año nuevo. Son la fuerza, la voz y el corazón de cada familia. Son las abuelas las que extrañan a un hijo cuando está lejos, las que reprenden porque creen que ese es su deber como mamás que son, las que lloran de felicidad porque están todos en casa reunidos, las que no han perdido el oficio de tejer, y tejen colchas de retazos, bolsos, carteras, monederas y hasta prendedores y aretes. También son las que cultivan la esperanza de mantener a todos sus hijos juntos para siempre.

En la obra literaria Los árboles mueren de pie del dramaturgo español Alejandro Casona, podemos encontrar una fiel representación de nuestras abuelas. Es Eugenia de Balboa -personaje principal-, quien con ilusión espera día tras día la llegada de su nieto Mauricio, que con su desaparición hizo que La abuela cayera en inmensas y profundas depresiones, pues nunca hubo algo o alguien que pudiera remediar esta horrible tragedia en su vida.
Pasados veinte años, La abuela por fin se reencuentra con su nieto, este es un momento de total alegría y regocijo para ella.
Por desgracia este reencuentro era bastante corto pues, su nieto, no era la persona verdadera, la que ella esperaba con tanta ansia, él no era más que una mentira. Una mentira cargada de amor y encanto.
El verdadero y legitimo nieto de Eugenia era un ser perverso, lleno de odio y rencor hacia ellos, así que el abuelo, el señor Balboa, decidió crear un nuevo Mauricio, un nuevo nieto, bueno, honesto, honrado, trabajador y sincero, con la esperanza de no ver nunca a ese otro Mauricio que tanto daño podría ocasionarle a La abuela.
Esto parecerá absurdo, pues no se puede reemplazar a una persona tan fácilmente, sin embargo, cuando amamos a alguien sin condición alguna, hacemos hasta lo imposible por no verla nunca derrotada y enferma, al contrario, hacemos todo lo que esté a nuestro alcance, para verla completamente feliz. Y este es el caso de Fernando Balboa, quien nunca quiso ver a La abuela vencida por el dolor.
Podríamos pensar que La abuela, al momento de darse cuenta de que toda esta hermosa historia no era más que una farsa, decayó en su tristeza y se rindió ante la tragedia, pero al contrario, se mostró más fuerte que nunca, enfrentó a su verdadero nieto, que la noche anterior había llegado a cobrar una suma de dinero a su abuelo, reprendiéndolo y echándolo a la calle vilmente, pues no era para menos después de todo lo que la hizo sufrir.
Y así son las abuelas, reprenden cuando tienen que hacerlo, y en este caso le correspondía y estaba en todo su derecho, pues tenía al frente a su nieto y no le quedaba más remedio que ahogar su dolor con este acto de valentía y fortaleza.
Las abuelas poseen también el don de la prudencia, pocas personas saben manejarlo como lo hacen ellas, a veces prefieren callar, para no hacerle daño a las personas que quieren.
Finalmente, esto ocurre con La abuela, ella se siente bastante orgullosa de tener un nieto como el falso Mauricio, pues prefería tener un nieto falso, bueno y sincero que uno verdadero, pero a la vez malo y perverso y a aunque ella estaba destrozada por dentro, no quería que la vieran de esta manera, quería que la vieran todos, especialmente Mauricio, fuerte y alegre como la mujer que vio aquel primer día, inolvidable para todos, así que decidió seguir muerta por dentro, pero de pie. Como los árboles.


Este ensayo fue presentado para la materia Composición de la Lengua en segundo semestre. Año 2008