martes, 4 de marzo de 2008

Los árboles mueren de pie


Ellas, con su templanza y su rigor, son los pilares de los hogares, son el
número uno en la mesa, ellas con su ternura y paciencia, son las razones para encontrarse bajo el calor de los hermanos y amigos en navidad y año nuevo. Son la fuerza, la voz y el corazón de cada familia. Son las abuelas las que extrañan a un hijo cuando está lejos, las que reprenden porque creen que ese es su deber como mamás que son, las que lloran de felicidad porque están todos en casa reunidos, las que no han perdido el oficio de tejer, y tejen colchas de retazos, bolsos, carteras, monederas y hasta prendedores y aretes. También son las que cultivan la esperanza de mantener a todos sus hijos juntos para siempre.

En la obra literaria Los árboles mueren de pie del dramaturgo español Alejandro Casona, podemos encontrar una fiel representación de nuestras abuelas. Es Eugenia de Balboa -personaje principal-, quien con ilusión espera día tras día la llegada de su nieto Mauricio, que con su desaparición hizo que La abuela cayera en inmensas y profundas depresiones, pues nunca hubo algo o alguien que pudiera remediar esta horrible tragedia en su vida.
Pasados veinte años, La abuela por fin se reencuentra con su nieto, este es un momento de total alegría y regocijo para ella.
Por desgracia este reencuentro era bastante corto pues, su nieto, no era la persona verdadera, la que ella esperaba con tanta ansia, él no era más que una mentira. Una mentira cargada de amor y encanto.
El verdadero y legitimo nieto de Eugenia era un ser perverso, lleno de odio y rencor hacia ellos, así que el abuelo, el señor Balboa, decidió crear un nuevo Mauricio, un nuevo nieto, bueno, honesto, honrado, trabajador y sincero, con la esperanza de no ver nunca a ese otro Mauricio que tanto daño podría ocasionarle a La abuela.
Esto parecerá absurdo, pues no se puede reemplazar a una persona tan fácilmente, sin embargo, cuando amamos a alguien sin condición alguna, hacemos hasta lo imposible por no verla nunca derrotada y enferma, al contrario, hacemos todo lo que esté a nuestro alcance, para verla completamente feliz. Y este es el caso de Fernando Balboa, quien nunca quiso ver a La abuela vencida por el dolor.
Podríamos pensar que La abuela, al momento de darse cuenta de que toda esta hermosa historia no era más que una farsa, decayó en su tristeza y se rindió ante la tragedia, pero al contrario, se mostró más fuerte que nunca, enfrentó a su verdadero nieto, que la noche anterior había llegado a cobrar una suma de dinero a su abuelo, reprendiéndolo y echándolo a la calle vilmente, pues no era para menos después de todo lo que la hizo sufrir.
Y así son las abuelas, reprenden cuando tienen que hacerlo, y en este caso le correspondía y estaba en todo su derecho, pues tenía al frente a su nieto y no le quedaba más remedio que ahogar su dolor con este acto de valentía y fortaleza.
Las abuelas poseen también el don de la prudencia, pocas personas saben manejarlo como lo hacen ellas, a veces prefieren callar, para no hacerle daño a las personas que quieren.
Finalmente, esto ocurre con La abuela, ella se siente bastante orgullosa de tener un nieto como el falso Mauricio, pues prefería tener un nieto falso, bueno y sincero que uno verdadero, pero a la vez malo y perverso y a aunque ella estaba destrozada por dentro, no quería que la vieran de esta manera, quería que la vieran todos, especialmente Mauricio, fuerte y alegre como la mujer que vio aquel primer día, inolvidable para todos, así que decidió seguir muerta por dentro, pero de pie. Como los árboles.


Este ensayo fue presentado para la materia Composición de la Lengua en segundo semestre. Año 2008



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