jueves, 27 de noviembre de 2008

Fedro y el Arte de bien decir


El  arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover, es, según la Real Academia Española de la Lengua, la Retórica, ese arte, que en uno de los diálogos platónicos entre el joven Fedro y  Sócrates, también conocido como el tratado del amor, nos definen como su objeto, el saber la verdad.

Es así, como por medio del buen discurso, tanto oral como escrito encontramos la verdad, esa verdad tan deseada y que difícilmente hallamos.

Nos encontramos también con otro objeto de la Retórica, el discurso,objeto que vemos en otro de los diálogos platónicos, el de Gorgias o de la Retórica, donde Sócrates también se manifiesta:

-“...Puesto que la Retórica es una de las artes que se sirven mucho del discurso y que otras muchas están en el mismo caso…”-

Con lo anterior, se quiere decir que el discurso hace parte de cualquier arte o tratado, medicina, gimnasia, matemáticas, entre otras, donde se usa de diferentes maneras, dependiendo la ciencia de la que se trate, por ejemplo, en la astronomía, los discursos se refieren al movimiento de los astros, del sol y de la luna y así pasa con las demás artes que puedan existir.

Según esto, podemos observar que los diálogos varían según el hablante u orador, pues depende del arte que manejen o del objetivo de su discurso.

Esto es lo que sucede con Fedro y Sócrates en su diálogo, pues Fedro, un joven muchacho que está en la búsqueda del conocimiento, no hace más que repetir un discurso que ha dicho el orador ático del siglo V a.C, Lisias y lo repite sin entender, a veces, que es lo que dice este discurso, sin embargo, Sócrates, hace uso de la Retórica para darle a conocer a Fedro el mismo discurso, pero de una manera, bella y estéticamente compuesta. Veamos entonces el exordio (comienzo) de ambos discursos:

-Fedro: «De mis asuntos tienes noticias y has oído también, cómo considero la conveniencia de que esto suceda. Pero yo no quisiera que dejase de cumplirse lo que ansío, por el hecho de no ser amante tuyo. Pues precisamente, a los amantes les llega el arrepentimiento del bien que hayan podido hacer, tan pronto como se le aplaca su deseo. Pero, a los otros, no les viene tiempo de arrepentirse. Porque no obran a la fuerza, sino libremente, como si estuvieran deliberando, más y mejor, sobre sus propias cosas y en su justa y propia medida».-

-Sócrates: «Había una vez un adolescente, o mejor aún, un joven muy bello, de quien muchos estaban enamorados. Uno de estos era muy astuto, y aunque no se hallaba menos enamorado que otros, hacía ver como si no lo quisiera. Y como un día lo requiriese, intentaba convencerle de que tenia que otorgar sus favores al que no le amase, y lo decía así:

            »Sólo hay una manera de empezar, muchacho, para los que pretendan no equivocarse en sus deliberaciones. Conviene saber de que trata la deliberación. De lo contrario, forzosamente, nos equivocaremos. La mayoría no se ha dado cuenta de que no saben lo que son, realmente las cosas. Sin embargo, y como si lo supieran, no se ponen de acuerdo en los comienzos de su investigación, sino que, siguiendo adelante, lo natural es que paguen su error al no haber alcanzado esa concordia, ni entre ellos mismos, ni con los otros. »-

Es de anotar que este último discurso, el de Sócrates, es hecho con la cabeza tapada y que él lo realiza solo y únicamente porque Fedro se lo pide, pues lo reta a realizar un mejor discurso.

Es precisamente aquí, donde aparece un elemento fundamental en la Retórica, la persuasión que se trata de obligar a alguien con razones a creer o hacer algo. Y Sócrates lo maneja muy bien, pues convence a Fedro de su discurso, siendo el mismo que pocos minutos antes ya él había expuesto.

Es, entonces, una de las principales funciones de la Retórica, convencer, persuadir, inducir, entre otros, al oyente del discurso, pues la Retórica es también considerada como el arte de las palabras y depende de cómo estas sean usadas para la buena creación de dicho discurso.

Se plantean, pues, en el dialogo entre Fedro y Sócrates, dos procedimientos principales para pasar de la censura, al elogio de un discurso, ya que, así como sucedió con los protagonistas del diálogo, el primer discurso fue censurado por Sócrates, y el segundo fue elogiado por Fedro. Dichos procedimientos son:

La definición y la división, en el primer caso se trata de recoger todas las ideas particulares y reunirlas bajo una sola idea general para hacer entender por una definición exacta el tema que se quiere tratar en el discurso. Y en el segundo caso consiste en saber dividir la idea o tema general en sus elementos, evitando siempre suprimir los elementos que le dieron vida al discurso.

A aquellos que saben manejar estos dos elementos se les da el nombre de dialécticos, pues son los seres que tienen la capacidad para dialogar, argumentar y discutir, afrontando y defendiendo una oposición o un desacuerdo, por tanto manejan el arte de aprender a hablar y a pensar.

Según la teoría platónica, la dialéctica es, entonces, el proceso intelectual que permite llegar, a través del significado de las palabras, a las realidades trascendentales o ideas del mundo patente.  

Encontramos en esta definición el objeto que se nos plantea en el diálogo del tratado del amor sobre la Retórica, el saber la verdad, pues Platón, pretende en este diálogo buscar un instrumento pedagógico y lo hace uniendo tanto la dialéctica como la retórica, ya que la dialéctica es, además, un conocimiento del alma del hombre, de la oportunidad o inoportunidad de determinados discursos, y no solo un ajuste formal de los elementos que lo componen.

Escribir, al igual que hablar, también es un arte, que por supuesto, debe incluir, sobremanera, a la Retórica y Sócrates lo enseña a Fedro así:

«Puesto que el poder de las palabras se encuentra en que son capaces de guiar las almas, el que pretenda ser retórico es necesario que sepa, del alma, las formas que de ahí viene el que uno sea de una manera y otros de otra. Una vez hechas estas divisiones, se puede ver que hay tantas y tantas especies de discursos, y cada uno de su estilo».

Es entonces, como se mencionaba anteriormente, el arte del bien decir, la Retórica, pero no solo esto, sino, el arte de las palabras, el arte de la plenitud (ese que se consigue persiguiendo lo verosímil y manteniendo esto a lo largo de todo el discurso) del discurso, oral y escrito, del saber la verdad y de conocer el alma del hombre, de ver la naturaleza y de creer que ese hombre y esa naturaleza que están ante nuestros ojos, fueron fuente de inspiración de discursos anteriores, pero más que nada, es también la Retórica, el arte de persuadir y de convencer con palabras, hechos, ejemplos a aquel oyente que está al frente nuestro y, que así como el joven Fedro, quiere ampliar su conocimiento para hacer también uso de la Retórica y llevar la buena nueva de los discursos escuchados a otros seres que también quieren conocer otros puntos de vista.


Ensayo realizado para la materia Literatura y Estética en el año 2008


miércoles, 4 de junio de 2008

HUATACAY



Vivían en una aldea un par de ancianos, poseían todo lo que necesitaban para subsistir, gozaban de su tierra y sus cultivos, no tenían hijos, por lo tanto solo se tenían el uno al otro.

Su aldea, que se encontraba al norte del Amazonas, era tan mágica como el tibio resplandor del sol al amanecer y estaba rodeada de ríos, quebradas y montañas, por esto, la naturaleza era cómplice de este par de ancianos, las flores, las piedras, los arroyos, los pájaros, los árboles y demás hacían parte de sus vidas y eran testigos de la soledad que acompañaba a Parazuram y Siama, los ancianos. La Madre Naturaleza les había otorgado una fuente de agua natural sólo para ellos. Todos los días recogían el agua para preparar los alimentos, se bañaban y bebían de ese mineral que para ellos era vida.

En lo más recóndito de la aldea se encontraba una gran quebrada, limpia, fresca y cristalina, llamada Huatacay y era, por ser la más grande y majestuosa de todas, la diosa de las quebradas. Era tan hermosa que nadie se le acercaba, pues podrían dañar su belleza, era tanta su belleza que un día un pétalo de una flor, sin querer, cayó a sus cristalinas aguas y Huatacay desató una fuerza enorme llevándose por delante gran cantidad de árboles y flores, pues no permitía que con nada fuese tocada.

La temporada de sequía había llegado al Amazonas, y a pesar de la humedad de esta selva, ubicada en el centro del mundo, comenzaba un inclemente período de calor, ese calor húmedo e insoportable. Cierto día, Parazuram quería tomar un baño, pero el agua de su fuente se había evaporado, estaba totalmente seca, desesperado y sin saber que hacer, recurrió a su mujer, a Siama, quien también se encontraba confundida por la situación que en ese momento vivían, así que entre ambos pensaron que la única forma de sobrevivir era desafiando a la majestuosa quebrada.

Lo hicieron sin la intención de desatar la furia de Huatacay, pensaron que por un simple trago de agua no iba a enfadarse, pues por ser temporada de sequía, pensaron ellos, dejaría de lado su egoísmo y compartiría su agua con los habitantes de la aldea. Pero no, estaban equivocados. Y si algo molestaba a la engreída diosa era que se bebieran su agua, quizá la estaba guardando para los tiempos venideros, que serían peores, tiempos de calentamiento, lluvia ácida y efecto invernadero. O quizá la guardaba sólo para alimentar su ego.

Parazuram llegó a sacar agua de la quebrada Huatacay, lo hizo con mucho miedo, miedo a que se enojara y le hiciera algo malo, sacó el agua con mucho recelo, lo intentaba hacer a escondidas, quería ocultarse, pero esto no era posible ante tan grande diosa, pero Parazuram dejó atrás sus miedos y tomó entonces el agua que tanto necesitaba, ambos bebieron y calmaron su sed.

Ella, al ver lo ocurrido, comienza a enfurecerse y se empieza a crecer, pero de pronto se da cuenta que el agua puede ayudar a salvar vidas, puede hacer feliz a la gente y puede llagar a ser muy saludable para todos, entonces decide perdonarlos.

Los demás aldeanos se dieron cuenta entonces de que la diosa era no eran tan terrible como se la imaginaban y que no se enojaba porque usaran su agua, así que empezaron a abusar de ella, todo el tiempo sacaban agua para jugar, la botaban y la ensuciaban y ella que era tan bella y fuerte comenzó a verse desaliñada, fea, sucia y comenzó a perder fortaleza. Entonces aprovechó el último aliento que le quedaba y decidió darle una lección a todos los habitantes de la aldea y con la mayor de sus fuerza la inundó y creó estragos y dolor en todos, incluso en aquel par de ancianos a quienes ya había perdonado, porque lastimosamente la fuerza de la naturaleza, una vez desatada, no puede seleccionar a quienes arrastra y a quienes no.

Y aquella agua que alguna vez fue vida, se convirtió en horros, desolación y desastre.

Este fantástico cuento, fue presentado para la materia Literatura Infantil en el año 2008

miércoles, 19 de marzo de 2008

El Deseo de Saber


“En los libros podemos refugiar nuestros sueños para que no se mueran de frío”.
Este es solo uno de los tantos conocimientos que le brindó el maestro Don Gregorio a Moncho, o más bien a Gorrión, en la película La lengua de las mariposas del director español José Luis Cuerda.

Esta película encarna ese deseo de saber de un niño de tan solo ocho años, un niño al que todos los significados y todas las ideas le impactan y, por supuesto, lo inquietan. Como es normal en todos los niños, puesto que están invadidos por la curiosidad y las ganas de saber más y más, todo es cuestionable para ellos y siempre prima la infaltable pregunta del ¿por qué?.

Vemos entonces cómo Gorrión deja sorprendida a su mamá después de decirle que las patatas vienen de América o cómo toma el papel de aquel pájaro austriaco, el Tilonorrinco, al regalarle una flor a la niña que le gusta o cómo trata de darle una voz de aliento a su hermano que acaba de perder un lindo amor, al recordar las palabras que una vez le dijo el maestro, “la cama, el espejo, el corazón, todo queda vacío”.

El deseo del Otro, en este caso el deseo del maestro, influye con tenacidad en el deseo del saber del niño, pues como lo expresaría Hegel, “el deseo del hombre es el deseo del otro”.

Son los docentes, entonces, los que hacen que el alumno se motive y sienta ese deseo de saber cada vez con mayor fuerza y entrega y aunque Moncho tenía muchos temores al llegar a la escuela, este adorable maestro, por medio de su propio deseo - el de enseñar y el de hacer grandes y libres a todos sus alumnos- hizo que el niño amara la escuela y le encontrara sentido a cosas maravillosas de la naturaleza y de la vida misma. Pues para que en la vida de todo ser humano haya deseo por saber, es necesario no tener ningún saber previo, aquí nace lo que conocemos como curiosidad, esa necesidad de conocer algo más a fondo.

Aunque el deseo del Otro que incide en Moncho, no es solamente del maestro, sino también de sus padres, su hermano y la cultura en la que vive, factores que intervienen en el aprendizaje del niño y su deseo de saber.

Su hermano Andrés, aspiraba a ser músico, Gorrión lo acompañaba fielmente a todos sus ensayos y clases con su maestro de música, así que decidió dejarse atrapar por la música y pertenecía a la banda en la que participaba su hermano y él hacia parte del repertorio de la banda, quería tocar los instrumentos musicales y quería que el arte entrara en su vida.

Por otro lado, está la sociedad y los problemas políticos que por ese tiempo invaden a España, Gorrión, por supuesto, no podía ser ciego a esta realidad y mucho menos con tantos conocimientos y saberes traídos desde la escuela y ofrecidos por su maestro, quien no solo debía transmitir su saber, sino también su deseo por esa cantidad de saberes fantásticos que motivaron a Moncho por su deseo de aprendizaje. Pues está visto que el Otro para poder transmitir su deseo, debe desear también.

“¿Sabían que las mariposas tienen lengua?”. Es una de las frases que más impactan al niño en la escuela, pues era increíble, así que después de este hermoso descubrimiento, se dedicó a cazar mariposas con ayuda del maestro, quien no dejaba de sorprenderlo. A don Gregorio le apasionaba la naturaleza, fue por esta razón que Moncho aprendía cosas nuevas cada día, nuevos conocimientos y sentía más curiosidad por ver la lengua de las mariposas, esa fantástica trompa, larga como la de un elefante, llamada Espiritrompa.

Los padres, otra figura representativa en la vida de los niños, influyen de una manera muy importante en el deseo por saber de ellos, pues son los padres con los que conviven la mayor parte del tiempo y los que los impulsan a hacer las cosas, cosas que tal vez ellos no pudieron hacer y su deseo radica en que sean los niños quienes lo logren.

Muchas veces llevados por sus propios fantasmas, es decir, acciones que no pudieron realizar en tiempos anteriores, los padres obligan al niño al saber, a veces sin pensar en las consecuencias que esto puede traer, porque si bien en la infancia el deseo de los padres puede ser satisfecho por el niño, en la adolescencia no sucede así, pues ese deseo se separa y se convierte en el deseo propio. En el caso de Gorrión, los padres le imparten el deseo de saber llevándolo a la escuela y permitiéndole ser parte del grupo de música, sin embargo al surgir la política y la guerra en la vida de ellos, todo cambia, ya que estos factores se interponen entre todos y termina, indudablemente, en la tragedia. En este momento de la historia todos aquellos valores y principios inculcados alguna vez fueron olvidados y la relación entre el aprendiz y el maestro se vio totalmente truncada. Los padres hicieron que Moncho, aunque no comprendiera el sentido de esta absurda guerra, insultara y difamara a su maestro, quien era republicano y por esta razón no era aceptado en Galicia, pero Ramón, padre de Moncho, también lo era, entonces para que él no fuera arrestado, debían gritar todos los miembros de la familia, así no levantaban ninguna sospecha. Esta fue la mejor forma que tuvo el niño para satisfacer el deseo de sus padres, inconscientemente él les brindó el apoyo que necesitaban.

“Ese infierno del más allá -le dijo cierto día el maestro a Gorrión- no existe. El odio, la crueldad, eso es el infierno. A veces el infierno somos nosotros mismos”. Y era ese infierno el que se estaba viviendo en ese momento, pues el deseo de los padres y el de la sociedad se convirtió, infortunadamente, en el deseo del niño, quien con rabia, lanzaba expresiones de desprestigio para el maestro, expresiones de las que probablemente no conocía su significado, como rojo o ateo, pero otras que si conocía a la perfección, tales como Tilonorrinco y Espiritrompa.


Este trabajo fue presentado para la materia Sujeto y Educación 1 en el segundo semestre. Año 2008

sábado, 8 de marzo de 2008

Amenábar y su pulsión de muerte

La condición de humanos nos entrega, a cada uno y sin excepción, dos tendencias inseparables, innegables e inevitables: una hacia la vida y otra hacia la muerte. En el caso de esa tendencia que nos acerca a la muerte, también llamada pulsión de muerte, podemos ver que hombres y mujeres, bien sea por la vía del sexo o de la violencia, logran canalizarla.

En la película Tesis del director español Alejandro Amenábar, nos encontramos con Ángela, la protagonista, quien prepara su tesis de grado, que busca observar y analizar la presencia de la violencia audiovisual en el entorno familiar. El tema de la violencia le genera a Ángela algo de miedo, sobre todo, después de descubrir la existencia de videos snuff, esas películas que registran, de forma clandestina, torturas y asesinatos que se cometen con el único fin de ser grabados y que no requieren de ningún de tipo de edición, pues precisamente el objetivo de estos videos es llevar a los espectadores a algo así como una realidad sin maquillaje.

Entre ese miedo constante que siente nuestra protagonista, aparecen sentimientos encontrados, ganas de ver y de no ver, de no ver y de escuchar, de no escuchar y preguntar. Así se manifiesta la represión, entendida desde el psicoanálisis como el mecanismo de defensa síquica que aleja de la conciencia las demandas pulsionales y deseos que no son aceptables para ésta. Entre esos sentimientos encontrados, se puede ver entonces la pulsión de muerte que inclina a Ángela al mirar, al escuchar, cómo una forma de canalizar ese deseo tan humano de estar cerca de la muerte.

Otra manifestación de esa pulsión de muerte, pero de manera más evidente, es la que se observa en Chema, el amigo de Ángela, que se ofrece a ayudarle con su tesis, y que no tiene problema alguno en admitir su gusto por el cine snuff, guarda copias de algunas películas, y es innegable su placer, que se expresa con risotadas, al ver la sangre que cae incluso sobre los lentes de las cámaras que graban las horrendas escenas.

Decía Freud que hacer consiente lo inconsciente es un mecanismo para la cura. Y eso es lo que pasa con los personajes hasta ahora mencionados. En la inconsciencia vive la pulsión de muerte, en la conciencia queda el goce que producen esas acciones intencionales y controlables, como el hecho de alquilar una película, verla mientras se come crispetas, o abrir los ojos en el momento del grito que sale de la garganta de alguien que obviamente está sintiendo un profundo dolor. Esas acciones son concientes, se ejecutan por decisión propia del individuo, y llevan al goce, a la satisfacción de esa pulsión que no podemos controlar.

Ya en un tercer nivel, nos encontramos a la personificación de la pulsión: Bosco, un joven normal en todas sus facetas, atractivo y de vida social activa, logra ser hallado, gracias a la investigación de Ángela, como el principal culpable de la producción en cadena de videos snuff al interior de la Universidad en la que se desarrolla la historia. Junto a Bosco actuaba uno de los profesores –el asesor de tesis de Ángela- que sostenía que, en materia de medios de comunicación, al público hay que darle lo que quiere ver. Su participación en esta red se debía entonces, únicamente, al afán de entregar productos con demanda. Este profesor sí que sabía de pulsión de muerte, pues estaba seguro que al negociar con este tipo de películas, muchas personas quedarían satisfechas (satisfacción de la pulsión), buscarían más y su negocio ilícito le seguiría dejando muchas ganancias.

Bosco, por su parte, era el encargado de perpetrar las masacres. Él, vestido de negro, con guantes y pasamontañas, valiéndose de armas tan diversas que iban desde un revólver hasta una motosierra, ejecutaba las mujeres que iban siendo grabadas en el mismo momento de su muerte. Bosco no encontró una mejor manera de canalizar su pulsión de muerte que a través de la violencia como tal. Quizás para él no fue suficiente escuchar y ver, su nivel de necesidad de goce aumentó hasta el punto que tuvo que matar para poder sentirse satisfecho.

Lo que podría considerarse normal es la búsqueda de mecanismos que permitan canalizar los deseos que devienen de la pulsión. Cuando esto no es posible, y la única manera de lograrlo es con la muerte misma, comienzan las disfuncionalidades psíquicas y psicológicas. En el caso específico de Bosco, nos encontramos frente a un típico sádico. El sadismo es una de las definiciones de la pulsión, la cual va dirigida hacia el mundo exterior y se da a conocer cuando se goza con el sufrimiento de los demás.

Así es pues, como se refleja la pulsión de muerte en la mayoría de los seres humanos, una tendencia y un gusto por lo sádico, lo visualmente desagradable e impactante, las ganas y el deseo de hacerle daño al otro y ¿porqué no? de hacernos daño a nosotros mismos –masoquismo-, como en el caso de Ángela, que al escoger el tema de la violencia visual en el entorno familiar para su tesis, sabía y estaba consciente de que tenía que indagar sobre el tema, mirar, escuchar y sentir lo que sabía que le iba a hacer daño.

Esto mismo puede observarse en realidades más cercanas y cotidianas. A veces los actos conscientes traerán consecuencias y riesgos, que el individuo cree estar dispuesto a asumir; ejemplo de ello es cuando nos enamoramos de la persona equivocada, de personas dañinas, que no aman, que no convienen. Pero el problema real radica en no aceptar esa realidad, o en aceptarla, conociendo las condiciones, por el simple hecho de no sentir la soledad. Generalmente, estos casos de enamoramientos también desembocan en resultados poco favorables, generando angustias, traumas y enfermedades, incluso físicas.

En la cotidianidad y frente a los problemas básicos, la mejor opción es encontrar los mecanismos concientes que permitan disminuir los efectos y suavizar las consecuencias.

Mecanismo efectivo es el cine, por eso muchos ven películas snuff, historias macabras con finales sangrientos. Tal vez por eso, algunos hacen y dirigen películas que hablan de esas realidades. Quizás es Alejandro Amenábar demasiado consciente de la necesidad que tiene de combatir su pulsión de muerte.


Este ensayo fue presentado para la materia de Sujeto y Educación 1. 2008

martes, 4 de marzo de 2008

Los árboles mueren de pie


Ellas, con su templanza y su rigor, son los pilares de los hogares, son el
número uno en la mesa, ellas con su ternura y paciencia, son las razones para encontrarse bajo el calor de los hermanos y amigos en navidad y año nuevo. Son la fuerza, la voz y el corazón de cada familia. Son las abuelas las que extrañan a un hijo cuando está lejos, las que reprenden porque creen que ese es su deber como mamás que son, las que lloran de felicidad porque están todos en casa reunidos, las que no han perdido el oficio de tejer, y tejen colchas de retazos, bolsos, carteras, monederas y hasta prendedores y aretes. También son las que cultivan la esperanza de mantener a todos sus hijos juntos para siempre.

En la obra literaria Los árboles mueren de pie del dramaturgo español Alejandro Casona, podemos encontrar una fiel representación de nuestras abuelas. Es Eugenia de Balboa -personaje principal-, quien con ilusión espera día tras día la llegada de su nieto Mauricio, que con su desaparición hizo que La abuela cayera en inmensas y profundas depresiones, pues nunca hubo algo o alguien que pudiera remediar esta horrible tragedia en su vida.
Pasados veinte años, La abuela por fin se reencuentra con su nieto, este es un momento de total alegría y regocijo para ella.
Por desgracia este reencuentro era bastante corto pues, su nieto, no era la persona verdadera, la que ella esperaba con tanta ansia, él no era más que una mentira. Una mentira cargada de amor y encanto.
El verdadero y legitimo nieto de Eugenia era un ser perverso, lleno de odio y rencor hacia ellos, así que el abuelo, el señor Balboa, decidió crear un nuevo Mauricio, un nuevo nieto, bueno, honesto, honrado, trabajador y sincero, con la esperanza de no ver nunca a ese otro Mauricio que tanto daño podría ocasionarle a La abuela.
Esto parecerá absurdo, pues no se puede reemplazar a una persona tan fácilmente, sin embargo, cuando amamos a alguien sin condición alguna, hacemos hasta lo imposible por no verla nunca derrotada y enferma, al contrario, hacemos todo lo que esté a nuestro alcance, para verla completamente feliz. Y este es el caso de Fernando Balboa, quien nunca quiso ver a La abuela vencida por el dolor.
Podríamos pensar que La abuela, al momento de darse cuenta de que toda esta hermosa historia no era más que una farsa, decayó en su tristeza y se rindió ante la tragedia, pero al contrario, se mostró más fuerte que nunca, enfrentó a su verdadero nieto, que la noche anterior había llegado a cobrar una suma de dinero a su abuelo, reprendiéndolo y echándolo a la calle vilmente, pues no era para menos después de todo lo que la hizo sufrir.
Y así son las abuelas, reprenden cuando tienen que hacerlo, y en este caso le correspondía y estaba en todo su derecho, pues tenía al frente a su nieto y no le quedaba más remedio que ahogar su dolor con este acto de valentía y fortaleza.
Las abuelas poseen también el don de la prudencia, pocas personas saben manejarlo como lo hacen ellas, a veces prefieren callar, para no hacerle daño a las personas que quieren.
Finalmente, esto ocurre con La abuela, ella se siente bastante orgullosa de tener un nieto como el falso Mauricio, pues prefería tener un nieto falso, bueno y sincero que uno verdadero, pero a la vez malo y perverso y a aunque ella estaba destrozada por dentro, no quería que la vieran de esta manera, quería que la vieran todos, especialmente Mauricio, fuerte y alegre como la mujer que vio aquel primer día, inolvidable para todos, así que decidió seguir muerta por dentro, pero de pie. Como los árboles.


Este ensayo fue presentado para la materia Composición de la Lengua en segundo semestre. Año 2008



miércoles, 27 de febrero de 2008

El Eslabón Prendido


Era viernes 14 de Diciembre, me encontré en el centro con mi hermana mayor quien me decía que esa noche íbamos para un lugar que ella ama, pero que según ella es un antro; esa noche íbamos para un sitio llamado el Eslabón Prendido.

Comenzamos a caminar y en Maracaibo, entre las calles Girardot y Córdoba, media cuadra arriba del Parque del Periodista, llegamos a La Papayera, un nombre que aparece al exterior del lugar y por el cual nadie lo ha identificado, pues es el Eslabón el nombre con que se conoce y con el que se conocerá siempre, aunque ya solo pertenezca al imaginario de sus visitantes y de quienes lo rodean, pues los papeles dicen otra cosa.

Un corredor estrecho nos da la bienvenida, después de pagar una entrada que no ha sido de más de seis mil pesos, y de ellos, cinco mil se pueden tomar en cerveza. Nos encontramos con una primera barra que es de comida y por ser más de las diez de la noche estaban cerrando.
Para ser viernes había mucha gente, pues los sábados – y lo sé por mis seguidas visitas- es el día que más se llena, y aunque el resto de la semana no haya tanto público, este bailadero está abierto desde el martes.

El Eslabón es un lugar estrecho y largo, en general es pequeño y cuando uno cree que ya no hay más hacia donde ir, al final del corredor, después de la amplia barra, en la que se vende todo tipo de licor, hay un patio en el que se encuentra ya gente bailando. También están los baños que, a pesar de lo que me decía mi hermana, esa noche estaban limpios y en mis demás encuentros con el Eslabón los baños siempre han estado en las mismas condiciones, claro que no faltan letreros y grafittis como en cualquier baño público.

En este punto yo estaba convencida de que lo que mi hermana decía era una exageración, pues lo único que se hace en este lugar es dejarse invadir por la música, que aunque se puede escuchar cuando uno está en la entrada, adentro no es muy estridente y además de bailar se puede conversar sin gritos. En El Eslabón la música se mezcla con el calor del lugar y de los cuerpos, para que finalmente sea uno el que esté contagiado y danzando al son de tambores, flautas y timbales, al son de esa salsa clásica que muchos recordamos y que a muchos nos gusta.

Las caras de los cantantes de salsa que nos vigilan desde los muros parecen estar cantando: Héctor Lavoe, Rubén Blades, Richie Ray y Bobbie Cruz, Ismael Rivera, Los Hermanos Lebrón, y la Sonora Ponceña también son invitados a cada una de las noches del Eslabón Prendido.

En El Eslabón son hinchas fieles del Deportivo Independiente Medellín y nunca falta la canción, esa que dice ‘azul y rojo hasta el fin, el pueblo está con el DIM’ y por más que a los hinchas del Atlético Nacional les disguste y descompongan la canción con unas cuantas groserías, ellos siguen siendo fieles a su equipo y junto a una bandera del Boca Juniors, alzan orgullosos la del Medellín en las varillas que están sobre la barra principal.


Pero algo que me deslumbró aquella primera noche fue el gran apoyo que le dieron, y todavía le dan, a nuestro actual alcalde Alonso Salazar y esto es fácil descubrirlo, pues hay una gran cantidad de calcomanías redondas y pequeñas, con fondo verde y letras amarillas que dicen Alonso es!

Por todo esto me di cuenta de que mi hermana estaba equivocada, la imagen que ella me había pintado no era la que yo me había llevado del Eslabón Prendido. Después de tres noches de salsa, calor y rumba pienso que ese lugar que a mi hermana le encanta no es un antro; El Eslabón no es más que una gran fiesta de salsa, donde se encuentran diferentes clases sociales y diferentes modos de bailar y de gozar la vida.

Este trabajo fue realizado para la materia Composición de la Lengua en segundo semestre. 2008

domingo, 24 de febrero de 2008

El hombrecillo de hielo

En lo más recóndito del Polo Norte vive un hombrecillo de hielo, alto como el suave humo que se desprende de las chimeneas, es también un ser delgado y transparente. Su corazón, que se puede ver, es blanco, tan blanco como la misma nieve en la que vive, es un corazón frío y pequeño; su mirada, dura y triste a la vez.

Es un ser congelado de miedo y de temores, un hombrecillo antipático, serio, malgeniado, con dificultad para sonreír, para enamorarse y para que se enamoren de él, y además los besos y abrazos que regala son de hielo y por esa razón no inspiran nada, pues no son dados con suavidad y ternura.

Sin embargo, este hombrecillo, en lo más profundo de su pequeño corazón, guarda un poco de sinceridad y aunque no lo crean, guarda un poco de amor y si nunca lo demuestra es porque teme que las pocas personas que lo rodean lo vean como un ser con debilidades y poco fuerte.

La cualidad más grande que este hombrecillo posee es la de saber conocer muy bien a las personas y guardarlas en su corazón para siempre. Él, solitariamente, espera día tras día a que llegue alguien especial que también se lo lleve en su corazón, para que con el calor de un buen amigo o un buen amor se descongele este duro cuerpo y tenga la oportunidad de nacer nuevamente como el hombrecillo cálido y alegre que siempre quiso ser, pero que nunca pudo, por su simple y triste forma de vida.

Este trabajo fue realizado en primer semestre para Procesos orales de lectura y escritura

La lengua de Laura

Comenzando mi carrera de Licenciatura en Lengua Castellana en la Universidad de Antioquia, quiero compartir con el mundo mis experiencias académicas escritas, que se han convertido en experiencias placenteras que disfruto desde que las pienso, mientras las hago y cuando las leo.
Esto será lo que se encuentre en este blog: textos y reflexiones que me acercan cada día un poco más a ser una profesional en el área de la educación.