domingo, 24 de febrero de 2008

El hombrecillo de hielo

En lo más recóndito del Polo Norte vive un hombrecillo de hielo, alto como el suave humo que se desprende de las chimeneas, es también un ser delgado y transparente. Su corazón, que se puede ver, es blanco, tan blanco como la misma nieve en la que vive, es un corazón frío y pequeño; su mirada, dura y triste a la vez.

Es un ser congelado de miedo y de temores, un hombrecillo antipático, serio, malgeniado, con dificultad para sonreír, para enamorarse y para que se enamoren de él, y además los besos y abrazos que regala son de hielo y por esa razón no inspiran nada, pues no son dados con suavidad y ternura.

Sin embargo, este hombrecillo, en lo más profundo de su pequeño corazón, guarda un poco de sinceridad y aunque no lo crean, guarda un poco de amor y si nunca lo demuestra es porque teme que las pocas personas que lo rodean lo vean como un ser con debilidades y poco fuerte.

La cualidad más grande que este hombrecillo posee es la de saber conocer muy bien a las personas y guardarlas en su corazón para siempre. Él, solitariamente, espera día tras día a que llegue alguien especial que también se lo lleve en su corazón, para que con el calor de un buen amigo o un buen amor se descongele este duro cuerpo y tenga la oportunidad de nacer nuevamente como el hombrecillo cálido y alegre que siempre quiso ser, pero que nunca pudo, por su simple y triste forma de vida.

Este trabajo fue realizado en primer semestre para Procesos orales de lectura y escritura

No hay comentarios: