viernes, 4 de septiembre de 2009

Encadenado está Prometeo. Encadenados estamos todos




“La sangre derramada tiene historia
De siervos que murieron bajo el sol
Lleva en sí misma un corazón insomne
Que late a veces y otras veces no”

De La Sangre derramada.
Mario Benedetti



El dramaturgo y más poético de los trágicos griegos, Esquilo, nos presenta en su obra Las siete tragedias, a Prometeo encadenado, un desgarrador drama en donde se entrecruzan la compasión y el odio, la mentira y la verdad, la justicia y la injusticia, todo esto, en un mismo escenario.

En estas cortas páginas, no pretendo hacer un recuento de tan magna obra, ni tampoco ahondar en cada uno de los personajes que en ella intervienen, lo que pretendo, contrario a esto, es poder mostrar cómo una tragedia escrita, quizás durante el siglo IV antes de Cristo, la encontramos aún vigente en nuestra historia, en nuestra vida y es tan real, que la vemos pasar ante nuestros ojos, y pocas veces nos damos cuenta de ello.

“¿Ves qué has logrado de tu manía de favorecer a los hombres? Eres un dios y no tuviste a mengua desafiar la cólera de los dioses: traspasaste la norma de justicia para dar beneficio a los mortales…Esta es tu recompensa: erguido en esta roca, sin probar el sueño, sin alivio, sin descanso alguno, sin doblar las rodillas… estarás dando alaridos, te quejarás de continuo… ¡inútilmente! Inexorables son las entrañas de Zeus…, y un amo nuevo es duro siempre.”

El párrafo anterior no miente, podría ser un breve resumen de la tragedia, pues Prometeo fue encadenado por luchar por el bienestar de los mortales y así como Robin Hood roba a los ricos para darle a los pobres, Prometeo roba fuego a los dioses para darle a los mortales, fuego que dio a ellos grandes ventajas para su propia existencia. “En una débil caña puse la semilla del fuego que robé…esa que es la maestra de las artes todas para el mortal, su más precioso instrumento”

Prometeo pensó en ellos, en los mortales, cuando Zeus hacía la repartición de poderes, no se fijó siquiera en uno de éstos y fue el único que enfrentó la furia de Júpiter haciéndole saber que se equivocaba.

No nos hagamos los ciegos. A leguas puede verse que este tema no es nuevo y que si bien, no estamos encadenados por regalar fuego, es con la palabra. Sí, así como lo digo, es con y por la palabra con la que muchos mueren, han muerto o morirán o ¿debería decir…moriremos?

Jesús María Valle Jaramillo, por ejemplo, y a propósito de la conmemoración de su muerte, realizada hace pocos días, es un vivo retrato de lo que pretendo mostrar, pues fue asesinado por la única y simple razón de defender los derechos humanos. “El 27 de febrero de 1998, el abogado Jesús María Valle Jaramillo, Presidente del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos y defensor de los presos políticos de Antioquia, fue asesinado por paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC ".

No tenemos a un Zeus, pero tenemos a un Carlos Castaño, no está La Fuerza ni tampoco Efestos, pero están los paramilitares, los intermediaros en el asunto ¿Hay entonces alguna diferencia? Para muchos puede haberla, pues ¿cómo comparar a alguien tan majestuoso y poderoso como lo es Zeus, con un personaje tan vil y macabro como lo era (pues dicen que ya se murió) Carlos Castaño?. Está bien esa apreciación, pero ¿qué tal si nos vamos entonces con otro personaje?, alguien aún más “poderoso e inteligente” como el presidente Uribe o “Uribito” como es llamado por tantos para hacerle mención de diferentes maneras.

Suena contradictorio que alguien a quien la mayoría del pueblo alaba, sea llamado “Uribito”, pero estas son las contradicciones de nuestro país, un país que un día canta por la libertad y la paz, celebrando una independencia que no sabemos si existe, mientras al día siguiente se llena la plazoleta de una universidad pública, con un sinnúmero de fotografías de mujeres y hombres desaparecidos desde hace más de veinte años, más de veinte años encadenados, encadenados como Prometeo, expuestos al sol y al agua, sin lengua para hablar, sin ojos para ver, sin oídos para escuchar, solo con un par de piernas para rodar por los campos de este llamado “país independiente”, porque las manos están atadas, por temor a que cojan un fusil, disparen y salgan huyendo del monte.

“Tu infortunio deploro, oh Prometeo: de mis ojos brota un río de lágrimas e inunda mis mejillas con sus húmedos raudales. Zeus obra injustos hechos: fundado en leyes suyas arbitrarias ostenta su soberbia sobre los viejos dioses”. Otro argumento más que no podemos pasar de largo, visto en la obra de Esquilo, pues son esas lágrimas las que llora la injusticia, las que lloran las madres que esperan desconsoladamente el regreso de su hijo desaparecido, o las lágrimas que derrama una mujer, esperando por su marido en un cama que es para dos, no para uno solo.

Y precisamente, esto fue lo que pudo haberle ocurrido a la esposa del médico, ensayista y defensor de los derechos humanos, Héctor Abad Gómez, pues no tengo la menor duda de que Doña Cecilia, su amor y compañera inseparable, haya sido indiferente a tan tediosa tragedia, en donde muere uno más por defender los derechos humanos, por hablar, por darle voz a aquellos que no tenían, por denunciar y acusar todo eso de lo que difería y fue cuando un triste y, supongo yo, frío y gris 26 de Agosto de 1987, Héctor Abad Gómez “Cae de espaldas, sus anteojos saltan y se quiebran, y desde el suelo, mientras piensa por último, estoy seguro, en todos los que ama, con el costado transido de dolor, alcanza a ver confusamente la boca del revólver que escupe fuego otra vez y lo remata con varios tiros en la cabeza, en el cuello, y de nuevo en el pecho”

Tragedia nada distinta a la de Jesús María Valle o ¿por qué no? a la de Jaime Garzón, a quien doy el nombre de humorista – crítico –profeta, a la del político liberal Luis Carlos Galán Sarmiento, asesinado durante su última campaña electoral por personas dirigidas por Pablo Escobar, jefe de la mafia de la droga en Colombia, tenemos también a Jorge Eliecer Gaitán, fundador del movimiento político Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR), Luis Felipe Vélez Vélez, Leonardo Betancur, ambos amigos de Abad Gómez, en fin, estos por mencionar algunos de los tantos que han sido condenados por levantar su voz, por ayudar, por hacer caer en la cuenta de la realidad a más de uno, por dejar semillas para la paz y no para la guerra, por aportar ideas con sentido y con coherencia, por haber querido y haber pretendido, así como Prometeo, hacer del hombre, del mortal, un ser con esperanzas para su vida, con recursos para subsistir, personas que no fueran menos que nadie, sino por el contrario, que fueran iguales todos, pero según parece, luchar por la equidad, fue, es y seguirá siendo un delito, no solo en Colombia o Locombia, si así lo quieres llamar, sino también en países como Argentina, Chile, Cuba, en donde las dictaduras generan, en mi criterio, confusión, desorden, violencia, pesadumbre, tristeza, rencor, odio, rechazo…Pero volvamos a Grecia, en donde hace miles de millones de años la situación no fue distinta y se juzgó a Prometeo por ir en contra de algo “¡Oh venerable majestad de mi madre; oh Eter que al mundo llevas en giro la luz común a todos…, bien veis cuán sin justicia padezco…!

Para finalizar, quiero compartir y resaltar en estas páginas ese hermoso poema que llevaba el ya mencionado anteriormente, Héctor Abad Gómez, en su bolsillo cuando lo mataron, se llama “Epitafio” y dice así:

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
Y que fue el rojo Adán, y que es ahora,
Todos los hombres, y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
Del principio y el término. La caja,
La obscena corrupción y la mortaja,
Los triunfos de la muerte, y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
Al mágico sonido de su nombre.
Pienso con esperanza en aquel hombre
Que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del Cielo
Esta meditación es un consuelo.

La imagen fue tomada de: http://guajiros.udea.edu.co/Eva/Imagenes/abad.jpg

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